sábado, 22 de diciembre de 2007

Regalo tensión


La llegada de la Navidad significa muchas cosas. Primero que todo, vacaciones; justas y necesarias. Una semana estuve libre de todo el ajetreo del trabajo -y viendo las noticias, fue una semana pesada. Para algunos, los más espirituales, representa un momento propicio para pensar en las cosas que se hicieron este año, en las que no se hicieron y en las que se harán durante el año venidero. Es temporada de planes, en otras palabras. Para algunos, también es época de pasarla en familia y es algo debido; la familia será siempre ese último recurso cuando ya nada queda. Hay que estar pendiente de ella por tal razón. Y para otros, los más superficiales, es temporada de espera de regalos. Como ya crecimos y no escribimos cartas a Santa Claus, entonces vamos directamente donde nuestros hermanos mayores, donde nuestras parejas o nuestros padres y madres y pedimos lo que queremos desempacar para la Noche Buena. Para mí en lo particular, es un momento de tensión. Como dije al principio, tuve una semana de vacaciones pero creo que no la disfruté. Estuve pensando en todo momento qué regalar y cómo estirar los pocos centavos que se tienen en la mano. A ver, yo escogí regalos para mis tres hermanos, mi mamá, mi sobrino y mi novia. Tengo que admitir que pensar y buscar regalos es complicado para mí porque siempre me invade la duda y la incertidumbre, pienso demasiado en un regalo útil para la persona, pienso mucho en si le gustará, si será lo que quería o al menos, algo que se ajuste medianamente a sus expectativas. Eso es siempre. En regalos de cumpleaños, de aniversarios o de Navidad, la tensión me invade y se me nubla la cabeza. Pero este año fue algo ligeramente distinto. Pensé y me tensioné al hacerlo, pero una vez que comencé a comprarlos, a veces improvisando con la ayuda de Arlen, otras veces ajustándome a lo planeado, la tensión disminuyó. Ayer culminé esa labor y me sentí mejor. Creo que algo similar le pasa a Arlen, quien hasta la fecha asegura no saber qué regalarme y afirma que soy demasiado complicado para poder saber qué me puede gustar. Creo que la misma tensión que ella siente, yo la siento en algún momento. Aunque también ella afirma que rara vez piensa en qué le van a regalar y se siente más a gusto regalando cosas que recibiendo. Pero bueno, ayer terminé esta parte y en el fondo, me siento conforme con lo que voy a regalar. Que conste, no estoy pensando en lo que voy a obtener a cambio, creo que me importa más el gesto. Ahora me dispongo a esperar la medianoche del 24 de diciembre y terminará toda esta etapa de tensión. Luego vendrá el brindis y se acabó. Será hasta el próximo año.

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