jueves, 21 de febrero de 2008

Quiero ser esquimal

Estos días son los peores del año para mí. Managua se vuelve una olla de presión y todos los días ebullen sus habitantes una y otra vez en las calles y aún dentro de sus casas. Managua arde a fuego lento, a 34 grados. Como le dije a una amiga, me siento como carne asada, de esas que venden en las fritangas. Si le agregamos a la horrible sensación de andar la espalda empapada de sudor, el ardor del sol y los polvazales que se levantan a toda hora, estos días son los peores. Así es Managua, es verano, la antesala de la Semana Santa. Polvo, viento, calor, labios resecos y sopa de queso. Quisiera ser esquimal, no nací para semejante calor. Trato de pensar en qué instante de mi infancia recibí alguna quemadura al calor que me predispusiera contra el calor (al estilo, "Un mundo feliz") porque se supone que mi organismo debería estar acostumbrado a este calor (si nos ajustamos a las leyes de la naturaleza y la evolución) pero no es así. Quisiera ser esquimal.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Un día raro

Vine al trabajo tarde, eran las 8.40 am... impensable en mi caso, dijo la señora afanadora que siempre me recibe con alegría y bromea conmigo al decirme que mi puntualidad es la estrategia que tengo para ganarme un ascenso... pasé agenda, la misma rutina de siempre hasta ahí. Pero me percaté que eran las 8.40 am y no recibía una llamada que hasta el viernes pasado, era parte de mi jornada, o mejor dicho, la parte buena de mi jornada. Bueno, pasamos la raquítica agenda (hoy no quiero hacer nada). Pienso, pienso, pienso... ¿qué falta? El ambiente está aburrido, ajá, a parte de eso, ¿qué más? Ya sé, no estás, o al menos, no estás a como te conocí, no estás en las mismas circuntancias en que te conocí... Es rario pero tengo que acostumbrarme que no habrá llamada a las 8.40 am. Bueno, una razón más para venir más y más tarde.

domingo, 10 de febrero de 2008

¿Qué hacemos?

Hablando de cenas especiales para ocasiones especiales, llegué a la conclusión que hay pocos lugares dónde comer en Managua que quepan en la categoría de "cenas especiales"... hay lugares finos, pero me resultan como para gente esnob... por ejemplo, sobran lugares donde comer pasta pero como que comer pasta resulta poco especial aunque la haga un chef italiano de bigote simpático y que se llame Luigi... pero también hay lugares sencillos. Creo que todo depende de la compañía, todo depende siempre de esa persona que esté a tu lado. Pero bueno, siempre estará la pregunta, "¿Qué hacemos hoy?"... eso me lleva a otra conclusión que es peor... Managua no es lugar para que los amantes caminen de la mano... o te atropellan, te asaltan o peor aún, las calles son poco atractivas para ellos... creo que necesitamos un Parque del Buen Retiro... así contestaremos a la pregunta.

jueves, 7 de febrero de 2008

Pequeños placeres

Los pequeños placeres son importantes, es algo que aprendí de Amélie Poulain. No tienen que ser complejos pero sí, bastante inusuales. Ayer experimenté uno de ellos, que casi lo había olvidado. Me metí al cine para ver una película malísima que no vale la pena citar. Pero éramos Arlen y yo los únicos en aquella sala de cine. Hasta aquí, todo bien. Pero sentarse en el extremo superior de una sala con 88 butacas desocupadas, con todo el espacio libre para alzar los pies, hablar, criticar en voz alta la mala película, conversar sobre cualquier otra cosa mientras pasa el tiempo y por supuesto, sentir ese vacío sano, esa sensación de amplitud anti claustrofóbica, ese sentimiento de soledad positiva (aunque no lo estaba realmente porque estaba acompañado) es rica. Y ya no digamos, agregarle el más importante de los ingredientes; una compañía perfecta con quien disfrutar en compañía esa soledad, esa absurda película y cualquier comentario crítico, cómico y tonto al respecto del cualquier cosa. ¡No tiene precio!

martes, 5 de febrero de 2008

De nuevo, con empleada doméstica

Mi familia y yo contratamos de nuevo una empleada doméstica. La misma que tuvimos hace tres años. Pero no se crean, no lo hicimos por pereza o porque seamos inútiles y no podamos hacer nuestros propios oficios. Más que todo, lo hicimos por razones de seguridad. Lo que pasa es que mis hermanos y mi mamá trabajamos todo el día y nadie queda en la casa. Así que no queremos sorpresas, no queremos regresar y encontrar la casa vacía. Pero no niego que tiene sus ventajas. Ahora mi ropa está limpia, ya no tengo el cesto repleto y siempre tengo ropa planchada y encuentro comida hecha cuando llego muerto de hambre por las noches. La muchacha es tranquila, de confianza y cumple con sus deberes al pie de la letra. Pero antes que vuelvan a pensar mal, no le doy mi ropa interior para que lave. Eso me recuerda que mis hermanos y yo queremos comprar una lavadora desde hace rato. Y realmente lo necesito. Un día de estos quise lavar mis calcetines a mano y me salió una ampolla en el dedo pulgar derecho. ¡Qué flojera!