martes, 10 de junio de 2008

Ironías legales

De los tantos conceptos que la humanidad ha creado, la fe pública es uno de los que más me divierte porque gracias a ella se pueden volver legítimas -y legales- cosas que suelen ser cínicas, sencillas y hasta descaradas, pero todas de interés para quien las solicita. Hasta donde he conocido el significado del concepto -en la práctica, por supuesto porque no soy abogado ni pretendo conocer de las leyes- la fe pública es la garantía que brinda un notario, en representación del Estado, de que lo que se está haciendo, se hará o se hizo, es auténtico, legal y de relevancia para quien lo solicita. Para mí, lo irónico es que cualquiera puede hacer lo que se le pida con tal que le paguen y por supuesto, un notario no lo hace gratis. Mis hermanos, yo y mi mamá estamos con unas vueltas legales para repartir desde ya los bienes que mi madre pretende heredarnos para evitar pleitos -porque la codicia es genética. Pero me dí cuenta que hasta se puede dar "fe pública" de la fotocopia de un documento... Sí, los documentos que acreditan mi tajada pueden fotocopiarse y resguardarse -por si acaso se pierde el original- y la misma abogada "dio fe" que vió el original, que lo tuvo en sus manos, que estuvo presente cuando hice las copias y sobre todo, que yo, el titular del documento, hizo las copias con tales y cuales intereses, en presencia de ella, a tal día, a tal hora, en tal lugar. Claro, le estoy pagando para que lo haga, pero seguramente hasta puede dar fe que me reí de la idiotez que a veces suele representar la tal fe pública.

lunes, 9 de junio de 2008

Silencio ensordecedor

De los tantos diálogos que me fascinan de "Pulp Fiction", está la escenan en el restaurante temático donde Mía le dice a Vincent que existen silencios molestos. Aunque fue Paul Simon y Art Garfunkel quienes hablaron de ello primero hace 50 años. Ayer padecí de uno. Fue un momento en que el diálogo cesó pero no con un punto final o una frase tipo epitafio. Solamente hubo una pausa y luego el largo silencio -en realidad no hubo silencio, la televisión estaba encendida- en ese momento donde tenía tantas cosas en la cabeza, sin orden ni lógica, pensé en ese diálogo. ¡Cuántas cosas se pueden decir con cerrar la boca! En efecto, luego dije las que tuve desordenamente en mente en ese momento, pero puedo asegurar que el silencio predecesor pronosticó lo venía. En buena manera, suele hacerlo también. ¡Cuán ensordecedores son los silencios a veces!