jueves, 30 de abril de 2009

¡Pobres besos!


Sin ánimos de menospreciar las vidas que se han perdido a causa de la desatada epidemia de la fiebre porcina, otras cosas se han perdido temporalmente que es casi seguro que todos lamentaremos. Los besos en las mejillas. Sí, ese hábito culturalmente recurrente para muchos latinoamericanos de inclinarse para besar una mejilla -sin ningún interés de caracter lascivo, por supuesto- es tan delicioso y propio que al menos yo, lamento que tengamos que prescindir de ello mientras pasa la epidemia -y sí sobrevivimos a ella ja ja ja. Es tanta la elocuencia, la frecuencia y elegancia incluso, de darse un beso en la mejilla que tenemos los latinoamericanos -unos más que otros por supuesto- que más de una vez me preguntaron cuando estuve en España por qué carajos le dabas hasta tres veces al día un beso en la mejilla a alguien que ya conocés. Es cierto, pensé en ese tiempo, cada vez que vemos al día a alguien que ya es familiar para nosotros, corremos al beso y al abrazo; o al beso y al apretón de manos en su versión más sencilla. ¡Pero es inevitable! Nuestra herencia genética conserva tanta efervescencia y pasión que es imposible pasar por alto un sencillo beso en la mejilla. Pero bueno, mientras pase la emergencia tendremos que abstenernos de ello y sólo dar besos virtuales o lanzarlos al viento con la esperanza de que llegue puntual y en el blanco, a la mejilla deseada.

1 comentario:

Reggie dijo...

No sé que decir de alguien que alguna vez me dijo que no le gustaba saludar de besos.

Será que España te cambió la manera de pensar?