jueves, 7 de mayo de 2009

Temporada de Looney Tunes


No recuerdo una tarde infantil sin los Looney Tunes. Creo que de todas las caricaturas televisadas de mi infancia, estos son los únicos cuyos capítulos puedo recordar con exactitud y que aún atrapan mi atención si logro encontrarlos en la TV. ¡Póngame a prueba! Ayer hacía un recuento de todas las caricaturas que me encontré en la TV durante los primeros 15 años de mi vida y cómo hubo un punto de inflexión en ese curso que me separó de esa práctica -la cambié por oír toda la música rara que podía encontrarme en la radio- que impidió que me pusiera al día a medida que las nuevas caricaturas despuntaban y atrapaban a nuevos fanáticos. Pero nunca me separé de los Looney Tunes. A manera de confesión, todavía el año pasado le seguía la pista en el Cartoon Network pero por razones del inevitable trabajo, la perdí. Y mis hermanos son parte de esta fascinación. Compartimos anécdotas, recordamos capítulos y situaciones, personajes y de repente comparamos las circunstancias y hechos reales con eventos ocurridos en capítulos. A manera de ejemplo, cada vez que alguno de nosotros, por alguna razón escapa de caerse de su propia silla, asociamos ese hecho a aquel capítulo en que el Pato Lucas le corta los balancines a la silla mecedora de Porky sólo para provocarle un accidente y convencerlo que debe comprar un seguro de vida. ¡Y cada vez que utilizamos el ejemplo nos reímos como tontos! Otro día, con ganas de hacer mofa de mi hermano menor-quien es panzón y más alto que yo- le llame Wilbur. Pensé que no habría efecto pero casi se desmaya de la risa. Se acordó del nombre y su significado. Trato de pensar qué tienen esos carajos que lo hacen tan atractivo. En realidad, no lo sé. Quizá los chistes bastante crueles que entendí hasta que crecí -de pequeño solamente me reía por instinto-. En realidad, eran chistes para adultos y eso mantuvo mi interés al pasar los años. Quizá la enorme cantidad de personajes y cuyas características crean infinitas posibilidades de eventos cómicos para reventar de la risa. O tal vez es el hecho que un programa como ese podía unirnos más a mis hermanos y a mí en medio de nuestras limitaciones. Sin ánimos de equivocarme, no creo que haya tira animada con más personajes que los Looney Tunes. Y aunque Los Simpsons sean un común denominador para las personas de mi generación, les aseguro que los Looney Tunes guardan un valor sentimental-familiar mucho mayor y fuerte que el de Los Simpsons.

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