viernes, 8 de mayo de 2009

Lo que creamos y lo que creemos


¿Cuánto de verdad tiene la actual crisis económica? Ok, dicen que los Estados pecaron de flojos con las empresas privadas de carácter financiero y que éstas pecaron de golosas. Lo creo, porque desde hace rato la supuesta riqueza que se derramaría de la copa como espuma de champaña, jamás sucedió ni lo hará. Los ricachones se bebieron la champaña, la espuma y la copa. Pero, ¿realmente podemos sobreponernos a eso? Yo creo que sí. Estaba en España cuando salió el famoso Nintendo Wii. Para los amantes de los videojuegos, era la última moda. Para mí, otro cachivache más. Pero recuerdo las infinitas filas de personas que llegaron hasta la comercial calle de Preciados con tres o cuatro días de anticipación, ¡sólo para ser los primeros en comprar el dichoso aparato! Está bien, recrearse es un derecho humano y lo respeto, pero, ¿hacer fila por tres días, dormir a la intemperie sólo para comprar un aparato de 400 euros? No lo creo. Eso miré desde el principio en España, el alto consumo de cosas sin sentido. Ropas caras, videojuegos, CDs, zapatos, prendas. Recuerdo que los ecos de la crisis económica comenzaron en países como España. Es decir, ya sabían que al entrar de lleno, no habrían más domingos de shopping. Y en efecto, son los países que ahora más lo resienten. Yo creo que podemos caminar sin lastimar nuestros pies con un par de zapatos de 200 pesos y no gastar 80 dólares en otro par. Yo creo que podemos aplicar esa fórmula a la ropa, a la comida. Utilizar sólo lo que realmente necesitamos, gastar sólo lo que devengamos y no codiciar lo que no nos resulta útil. Creo que es sencillo.

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