miércoles, 23 de abril de 2008

Moraleja de la historia...


Todo estaba preparado. Había ensayado mi vocubulario, mi pronunciación, el énfasis propio de un idioma distinto; había extraído nuevas palabras del diccionario, términos que demostraran dominio del tema, palabras técnicas, jergas propias del tema a tratar. Desperté de humor, con actitud positiva, bastante temprano y aún así, sentí que dormí bien. No tuve pesadillas, lo cual fue una señal también positiva -porque siempre que tengo que enfrentarme a situaciones difíciles y a pesar de lo anticipado y el previo conocimiento de las circunstancias, mi psique se altera más que nunca y me produce pesadillas- Llegó el momento dado, llegaron los oponentes, los subestimé, los miré de arriba hacia abajo y casi escupí sobre sus zapatos. Reía dentro de mí y decía confiado, petulante y obstinado dentro de mí: "This is a peace of cake". Luego apareció ella, la gringa, venía con todas las ganas de tomar un termómetro y medir nuestra capacidad de enredar la lengua. Me sentí confiado de nuevo, la mía tenía el largo de la de Gene Simmons y como treinta nudos marineros. Sonrió amablemente y eso me remató, dije: "She will treat us kindly, we will fool around". Y cuando llegó el momento, ups, ¿what?, ¡Shit!... Nothing came out of my mouth. No supe qué decir cuando me correspondió hablar. ¡Qué cagada! I was the laughing-stock. No me dominó la falta de conocimiento, me dominó la excesiva confianza. Gran lección.

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