jueves, 21 de febrero de 2008

Quiero ser esquimal

Estos días son los peores del año para mí. Managua se vuelve una olla de presión y todos los días ebullen sus habitantes una y otra vez en las calles y aún dentro de sus casas. Managua arde a fuego lento, a 34 grados. Como le dije a una amiga, me siento como carne asada, de esas que venden en las fritangas. Si le agregamos a la horrible sensación de andar la espalda empapada de sudor, el ardor del sol y los polvazales que se levantan a toda hora, estos días son los peores. Así es Managua, es verano, la antesala de la Semana Santa. Polvo, viento, calor, labios resecos y sopa de queso. Quisiera ser esquimal, no nací para semejante calor. Trato de pensar en qué instante de mi infancia recibí alguna quemadura al calor que me predispusiera contra el calor (al estilo, "Un mundo feliz") porque se supone que mi organismo debería estar acostumbrado a este calor (si nos ajustamos a las leyes de la naturaleza y la evolución) pero no es así. Quisiera ser esquimal.

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