martes, 5 de febrero de 2008

De nuevo, con empleada doméstica

Mi familia y yo contratamos de nuevo una empleada doméstica. La misma que tuvimos hace tres años. Pero no se crean, no lo hicimos por pereza o porque seamos inútiles y no podamos hacer nuestros propios oficios. Más que todo, lo hicimos por razones de seguridad. Lo que pasa es que mis hermanos y mi mamá trabajamos todo el día y nadie queda en la casa. Así que no queremos sorpresas, no queremos regresar y encontrar la casa vacía. Pero no niego que tiene sus ventajas. Ahora mi ropa está limpia, ya no tengo el cesto repleto y siempre tengo ropa planchada y encuentro comida hecha cuando llego muerto de hambre por las noches. La muchacha es tranquila, de confianza y cumple con sus deberes al pie de la letra. Pero antes que vuelvan a pensar mal, no le doy mi ropa interior para que lave. Eso me recuerda que mis hermanos y yo queremos comprar una lavadora desde hace rato. Y realmente lo necesito. Un día de estos quise lavar mis calcetines a mano y me salió una ampolla en el dedo pulgar derecho. ¡Qué flojera!

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