lunes, 15 de junio de 2009

"Estimado cliente..."


Cada vez que pensaba en cambiar de teléfono, luego de pensar en el precio, se me venía a la cabeza era la aburrida tarea de pasar todos tus contactos telefónicos al nuevo aparato. ¡Me daba una completa güeva! Luego pensaba en esa misma güeva si alguien me lo robaba o lo dejaba tirado en algún lugar. Pero después de esos dos factores, nunca consideré otro que me provocara tanta pereza mental. Y sucedió, cambié de número y de aparato, y fue igualmente de traumático. Sucede que el número que ahora poseo, estuvo asignado a otra persona, una que ahora me cuentan que tenía la vida empeñada junto con la de sus hijos, a cada banco del país. Los bancos no saben que el esquivo deudor dio un número no propio si no asignado y que ese número ahora me pertenecen. Así que a los pocos días de estrenarlo -y luego de pasar todos mis contactos al teléfono- recibí la llamada de una señorita: "Estimado cliente X le invitamos a pasar por el banco a poner su situación al día". Luego fue un joven, luego otra señorita, luego otro muchacho, y así sucesivamente, durante un mes y medio quizás. Como el señor X no acudió al llamado -y según me contaron, el tipo está hasta el cuello- el banco comenzó a mandar mensajes automáticos. En una primera etapa, eran durante el día. Luego, eran por la madrugada -recibí varias llamadas después de la medianoche- Y finalmente, intentaron "persuadirme" con un tipo malo que echaba mil verbos -irresponsable, deudor, mala-paga-. Como no era para mí, me ponía a pelear con el tipo e insultarle a su madre. Pero de un tiempo para acá, han parado. Ahora me doy cuenta que todas las llamadas de la madrugada era una campaña diseñada por los bancos para cobrar y que fue sancionada por la Superintendencia de Bancos. ¡Malditos bancos y malditos endeudados! Sólo me falta saber si el pendejo que se hace el malo es parte de esa campaña. De todas formas, ¡malditos bancos, malditos endeudados y malditos tipos que se hacen los malos!

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